El concierto más sentido mientras caía el Muro de Berlín.
Entre la infinidad de anécdotas durante los días apenas posteriores a la caída del Muro de Berlín, se encuentra la del magnífico e improvisado concierto que dio junto al Muro ya en ruinas el músico ruso Mstislav Rostropóvich, considerado el máximo violonchelista por entonces. Mientras los ruidos de martillos y golpes derribaban el Muro, el maestro y exiliado ruso, se sentó al mediodía del 11 de noviembre de 1989 y sin aviso, para dar según algunos testigos, el que fue el concierto más feliz y sentido de su vida:
Interpretó la suite número 2 para violonchelo de Johann Sebastian Bach. La melodía, llegó a reunir a transeúntes hipnotizados por el sonido del violonchelo. Apenas habían pasado dos días desde que el Muro comenzaba a caer y transformarse en ruinas.
Rostropovich, quien falleció hace un par de años, fue uno de los principales luchadores contra la opresión en el régimen soviético. Tras estudiar en el Conservatorio de Moscú, y destacarse como violonchelista, tuvo que exiliarse en los 70 en los Estados Unidos por sus diferencias con el régimen, hasta el punto de retirarle la nacionalidad rusa.
Privado de dar conciertos y de trabajar en su país, el significado del pequeño concierto junto al Muro de Berlín es inmenso. Una celebración por acercarse a su país y volver a ser músico en su tierra. Un momento que literalmente, no necesitaba de palabras. En 1990 volvería a ser invitado a actuar en la Unión Soviética, ésta vez como director de la Orquesta Sinfónica Nacional en Washington. También, en ese viaje, recuperaría su nacionalidad.
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