El caballo que se pasó de listo.
Muchas veces tendremos la sensación de que cada capítulo de los Simpsons, refleja una parte de nuestras vidas. Incluso, muchos capítulos se basan en hechos curiosos y reales, tratados en forma de parodia. Seguramente recordaremos el capítulo en que Maggie deslumbra a la familia Simpsons con su supuesta inteligencia luego de un prueba, despertando los celos de Lisa. El capítulo “Dos listas muy listas” (temporada 15) nos introduce en la historia de la entrada, la del caballo que se “pasó de listo” hasta el punto de lograr "engañar” a su propio entrenador, haciéndole creer que sabía matemáticas. Las razones de la introducción las dejaré para el final
Para empezar, nos trasladamos temporalmente a los comienzos del siglo XX y a Alemania, para conocer el famoso caballo Clever Hans, que deslumbró a multitudes con sus supuestas habilidades para resolver operaciones matemáticas. El caballo, ente una pregunta sobre cual sería el resultado de una operación matemática, respondía dando golpes en el suelo hasta llegar a la cifra correcta, despertando admiración por parte de los espectadores.
Presentado en espectáculos junto a su entrenador, el profesor Wilhelm von Osten, el caballo, sorprendía al público por su precisión para responder dando golpes en el suelo a cálculos de relativa complejidad. Pero llamativamente, también acertaba con sus respuestas a preguntas más rebuscadas, tales como adivinar la fecha de un “tercer viernes” en un mes determinado. Una comisión científica que cuestionaba la veracidad del espectáculo se ocupó de revelar el misterio de Hans “el listo”.
Clever Hans, sólo había aprendido a sacar provecho de lo que los humanos llamaríamos cognición animal, o traducido, el proceso por el cual un animal interpreta la información y las reacciones de las personas que lo rodean. Lo que explica el fenómeno de Clever Hans no era más que un comportamiento tan simple como efectivo: el caballo respondía a la pregunta de “dos más dos”, no con cuatro golpes, sino con tantos golpes como los que fueran necesarios para provocar algún tipo de reacción identificable en los espectadores o su propio entrenador, ya sea un aplauso de la gente, o una mínima señal de que debía detenerse. Así, al llegar a cuatro golpes, la gente aplaudía, o asentía, o simplemente daba una señal para que el caballo dejara de golpear.
El descubrimiento de la “trampa” quedaría en manos de una comisión encabezada por el psicólogo Oskar Pfungst, junto a un veterinario, gerente de circo, profesores y hasta el director del Zoo de Berlín entre otros. Atraídos por la fama del espectáculo, pero sobre todo, por la necesidad de probar que todo se trataba de un fraude, la comisión develaría al propio entrenador que era víctima de un supuesto “engaño” por parte de su caballo.
Tras las pruebas, se determinó que en caso de realizar las preguntas en un ambiente aislado y con otros interrogadores distintos a su entrenador, el caballo podía llegar a dar una respuesta correcta en muchas ocasiones con una capacidad asombrosa. La condición que siempre debía cumplirse para llegar a buen puerto, era que el interrogador o el entorno debía saber la respuesta correcta. Si el interrogador o el público no sabía la respuesta, el caballo se quedaba “en blanco”, o golpeando eternamente. Pero eso, no sucedería nunca en un espectáculo por una razón simple: nadie realizaría al caballo una pregunta sobre la que desconociera la respuesta.
Lo que demostró el estudio de la comisión Hans, es la increíble capacidad de percepción de los caballos (y de otros animales), capaces de detectar pequeñas señales involuntarias del propio interrogador, quien con movimientos inconscientes induce una respuesta correcta. Nuestra poca capacidad para reprimir la posibilidad de guardarnos una respuesta, provoca el que bautizarían como efecto Clever Hans, un riesgo latente en cada experimentación sobre cognición animal, o incluso, en estudios de psicología cognitiva o social.
Algo similar ocurre con el llamado efecto ideomotor, cuando inconscientemente una persona realiza movimientos que termina por atribuirlos a una fuerza paranormal. Traducido a lenguaje simple: si preguntamos a quien tenemos en frente algo sobre lo que sabemos la respuesta, corremos el riesgo (con alta probabilidad) de inducir una respuesta correcta inconscientemente.
La misma mala jugada padecería Lisa Simpsons ante su pequeña hermana, que le quitaría el monopolio de la sabiduría sin jamás tocar un libro. Maggie fue al menos por un capítulo, además de una niña que se niega a crecer, un verdadero fenómeno. Lisa descubriría al final, que era víctima de su propia capacidad de emitir señales inconscientes para inducir las respuestas correctas. Clever Sans, el caballo que supo reaccionar ante las mínimas señales inconscientes de su dueño y otros interrogadores, supo sacar provecho de una particularidad intrigante de los humanos: nuestro cuerpo es algo así como el spoilers de nuestras propias preguntas, cuando sabemos las respuestas. Entre tantos defectos, no somos muy buenos para fingir que no sabemos, cuando sabemos demasiado.
La misma idea se ha repetido con un perro en un programa americano:
ResponderBorrarhttp://www.youtube.com/watch?v=nJS877QUz1E
exelente articulo!
ResponderBorrarmuy interesante!
Muy curioso! Saber dominar el lenguaje corporal es importantisimo cuando juegas al trivial con los amigos. Generalmente cuando se debaten entre dos opciones, una correcta y otra incorrecta, hay que tener nervios de acero y cara de poker para que no te adivinen cual es la buena!!
ResponderBorrarque bueno,menuda historia
ResponderBorrarmano!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderBorraryeah
este me gustó un chorro!!!!!!!!
this horse is a trojan? xddd gran post¡¡
ResponderBorrarAca en mi pais (Rep. Dom.) una compañia de telecomunicaciones tiene un comercial con algo parecido, jajajaja parodiando ese echo.
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