19 noviembre 2007

El agua más devaluada y el agua más cara.

El agua, es un bien sumamente preciado e indispensable para la vida. Pero paradójicamente, el agua es un bien que muchas veces el hombre no llega a valorar. Así existen dos ejemplos extremos de como el mismo líquido, que se derrocha o contamina en distintos puntos del globo, se torna en el bien más caro y dificultoso de preservar para otros:


El agua más devaluada (zonas muertas).

Existen dispersas por el mundo unas doscientas zonas de ecosistemas marinos literalmente muertos. En la desembocadura de ríos sumamente contaminados, el nivel de oxígeno en el agua es tan escaso que tranquilamente podríamos considerar esos puntos en el mar como zonas muertas y sin ningún tipo de vida. El fenómeno se produce cuando extensos ríos recorren amplias zonas con excesos de fertilizantes o regiones industriales que descargan sus desechos al río. Así una alta concentración de nutrientes producen una explosión de vida en forma de algas y plancton que terminan por consumir el oxígeno disponible, haciendo que el resto de los seres vivos mueran por asfixia. Las extensiones de éstas zonas muertas pueden superar fácilmente los 20.000 kilómetros cuadrados. La zona muerta más estudiada se encuentra frente a la costa de Luisiana, en el golfo de México. Pero podría casi asegurar que por ejemplo, en la zona del Riachuelo en Buenos Aires, la situación no es muy diferente. De hecho, un listado de zonas muertas debería incluír la bahía de Paracas (Perú), la bahía de Montevideo en Uruguay, el río Mondego (Portugal) y el estuario del río Mersey (Reino Unido), y a ellas sumarle recientemente los deltas de los ríos Yangtsé y Perla. En la imagen se pueden "despreciar" las zonas más oscuras, y altamente contaminadas del Río de la Plata, límite entre Argentina y Uruguay.


El agua más cara

En el otro extremo, podría considerarse el agua que consumen los astronautas como el agua más cara del planeta. Los sistemas depuradores de agua para astronautas son perfeccionados permanentemente para bajar el costo de trasladar el agua al espacio, que puede ascender a 3000 dólares por vaso. Por ello, la NASA emplea un programa llamado ECLSS para optimizar la generación de provisiones esenciales para la vida, aunque en el espacio pueden transformarse en verdaderas complicaciones, sobre todo de presupuesto. Así el agua que bebe cada astronauta no es otra cosa que los mismos líquidos que vuelven a reciclarse una y otra vez: los sistemas de depuración en el espacio no desaprovechan ni la orina, ni los líquidos de enjuague bucal, ni la misma humedad ambiental generada por la tripulación al respirar. El complejo proceso de filtrado y depurado, a pesar del origen casi escatológico del líquido usado, da como resultado un agua que podría asegurarse, es de mejor calidad que el agua de grifo de nuestras casas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario