03 octubre 2008

Tan fácil como develar el viaje de un cadáver en el mar.

Curtis-Ebbesmeyer-Ocean-Plastic1 Encontrar una aguja en un pajar, es más difícil que hallar un cadáver en un océano. Al menos la teoría (y la práctica) la ha desarrollado con bastante efectividad el oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer (enlace en inglés) aquel que se hiciera famoso por estudiar las corrientes oceánicas rastreando el destino final de miles patitos de goma o zapatillas derramadas accidentalmente en el mar. A pesar de las gigantescas dimensiones del océano, existen patrones bastante precisos, capaces de revelar el destino final de un objeto flotante que viaja perdido.

Curtis Ebbesmeyer, ha realizado con éxito algunas tareas poco agradables como rastrear cadáveres perdidos en el océano. Gracias a sus estudios sobre las corrientes marinas, ha encontrado aplicaciones tan curiosas a sus conocimientos como la habilidad de rastrear cadáveres flotantes a través de un programa de computación sobre los que realiza simulaciones de desplazamiento en el océano, a lo largo de un tiempo determinado.

En ocasiones, ha tenido que colaborar con la policía para dar con el paradero de un cadáver. Se puede por ejemplo, al hallar un cadáver, develar el origen y el camino recorrido por el cuerpo. En el año 1982, ante la aparición de un cuerpo en Hawai, Curtis Ebbesmeyer utilizó su simulación por ordenador para descubrir que el cuerpo había caído al mar unos tres años antes en Alaska. Por supuesto, que logró saber de donde venía el cadáver, pero no logró averiguar quien era exactamente.

Del mismo modo, pudo detectar una zona donde efectivamente encontraron los restos de un marinero que cayó al agua en el Mar de Bering en el año 2002. El destino final de sus restos terminarían en una isla remota de Alaska.

Ebbesmeyer, es frecuentemente contactado por empresas que pierden cargamentos en el mar. Actualmente trabaja con un grado de precisión tal, que es capaz de predecir el viaje de un objeto en el mar a lo largo de varias décadas. Incluso llega a afirmar que un objeto en el mar puede permanecer hasta 30 años sin tocar tierra: ciertos objetos pueden tener la mala fortuna de caer en una órbita de circulación de corrientes capaz de no tocar nunca una orilla, lo cual sería una situación factible, aunque poco probable.

Los patrones estudiados, varían además según factores como el peso del objeto, o los vientos, que son tenidos en cuenta a la hora de analizar un posible recorrido. Ebbesmeyer ha conseguido comprender las corrientes marinas valiéndose de una gran imaginación y tenacidad para desterrar el concepto de un viaje "a la deriva". Muchos náufragos podrían haber calculado mejor el destino de sus mensajes en botella, de haber conocido a Ebbesmeyer. Entonces, no habrían alimentado falsas esperanzas al saber que sus botellas terminarían en algún sector de costa helado en Alaska, si las corrientes no acompañaban.

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