Maldivas es el país más bajo del mundo, un conjunto de 1.196 islas que en su mayoría no están habitadas ni aparecen en mapas. Pero eso no es algo que deba preocupar a sus habitantes. Maldivas es un paraíso natural condicionado por el mismo mar que le da razón de ser: sus atolones, habitados por unos 350.000 habitantes, están severamente afectados por la amenaza de la subida del nivel del mar en un territorio que no supera los 2,30 metros de altura snm.
La subida del nivel del mar es una realidad asociada al calentamiento global, y Maldivas, sería uno de los primeros países en ser borrados del mapa sin necesitar de ningún diluvio. Mientras que actualmente muchos pobladores son reubicados en islas más grandes y protegidas de las frecuentes tormentas y oleajes que arrazan pueblos enteros, o incluso tsunamis, las autoridades buscan opciones desesperadas para evitar literalmetne ser devorados por el mar. La desesperación, los ha llevado a ser el primer país en firmar el protocolo de Kioto por ejemplo, para adherir a la redución en la emisión de gases de efecto invernadero. Pero lo cierto, es que Maldivas por sí sola, es muy poco lo que puede aportar para equilibrar la emisión de gases por su escaso impacto, baja población y casi nula industrialización.
En caso de cumplirse las estimaciones sobre la tendencia de la subida en el nivel del mar, Maldivas tiene un futuro incierto con cien años de cuenta regresiva hasta tener el agua al cuello. Podría convertirse en el primer país en migrar toda su población al “extranjero”, una opción que muchos países vecinos afrontan también con preocupación por la dificultad y el costo económico de asimilar el traslado.
Imagen en Skyscrapercity
Malé, la capital de Maldivas, una increíble ciudad hacinada sobre una pequeña isla, con la mayor densidad habitacional del planeta, es una de las últimas ciudades amuralladas del mundo, pero esta vez, no por el posible ataque enemigo, sino por la amenaza climática. La muralla de tres metros de altura que rodea a la isla, tuvo un costo inalcanzable para la mayoría de los habitantes de islas más pequeñas y menos pobladas. Maldivas posee el único gobierno que ahorra desesperadamente para comprar tierras en algún país extranjero en donde pueda reubicar a su población. Pero a pesar de la actividad turística, los recursos son muy limitados.
Ante pronósticos desesperantes, no tardan en surgir soluciones también desorbitadas. Una empresa japonesa, conocida por sus proyectos futuristas visionarios que suenan a utopias, presentó a las autoridades de varias repúblicas insulares del Pacífico, incluyendo a Maldivas, su proyecto “Balsa verde”, una especie de Arca de Noé concebida como isla flotante de tres kilómetros de diámetro cubiertas de verde.
La idea, aunque suena descabellada sobre todo por su costo, alcanzó a entusiasmar a Anote Tong, presidente de Kiribati, otra de las repúblicas insulares amenazadas. Y todo, a pesar de que la construcción y desarrollo del proyecto podría tomar varias décadas y miles de millones de dólares.
La empresa japonesa Shimizu, responsable de la idea de las Balsas verdes, realiza su propuesta luego de la búsqueda de una respuesta ante las tendencias de ciudades donde se sacrifica el contacto con la naturaleza y el desarrollo sustentable. La idea de las islas está pensada para las regiones ecuatoriales del planeta, donde abunda la luz solar y los efectos de las tormentas tropicales serían mínimos.
Cada isla, podría albergar miles de habitantes en ciudades compactas con un clima agradable en donde la prioridad es promover un elevado índice de felicidad en lugar de elevados índices de riqueza económica. La población, estaría distribuida entre enormes torres de 1.000 metros de altura, que cumplen la función de granjas verticales, junto a zonas bajas y costeras, con playas y lagunas. Además las islas podrían integrar un complejo de villas flotantes organizadas en forma modular conectadas unas a otras como si se tratara de un país.
Las balsas verdes podrían proveer todo lo necesario para vivir, trabajar y relajarse dentro de un espacio acotado, pero al menos abierto, con playas y bosques en donde mantener un contacto natural. Para el funcionamiento de cada isla, se dispondría de las tecnología más avanzada respetando los parámetros de sustentabilidad, bajo un sistema utilización de bioenergía con balande de carbono negativo, un sistema de procesamiento completo de los residuos dentro de una sociedad del reciclado y una organización capaz de producir alimentos para toda la población.
Cada isla, contaría con un jardín botánico que mezcla zonas forestales con tierras de cultivo para producir alimentos, junto a canales, embalses y pastizales, en donde se prioriza el contacto humano con la naturaleza. El diseño de las zonas habitables, sobre todo en la torre, contempla la prevención de desastres con medidas de evacuación y un diseño segmentado que evita la propagación de incendios. En la costa, se previene a través del diseño protegido por lagunas y membranas la amenaza de un fuerte oleaje, mientras se desestima el efecto de un tsunami, porque el impacto es reducido en el océano abierto.
En el apartado sobre las balsas verdes de la empresa Shimizu, se agregan detalles sobre el métodos de construcción de las plataformas flotantes y la posterior torre, utilizando estructuras basadas en el concepto de nido de abeja con celdas hexagonales para la plataforma base, o un sistema de construcción marina por debajo del nivel del agua para posteriormente elevar la torre.
Aunque el proyecto entraría en la categoría de utopía futurística, es una opción distante pero interesante no sólo para las afectadas islas de Maldivas y otros países insulares de Oceanía y el Pacífico, sino también para un futuro mundo superpoblado y afectado por la subida del nivel del mar en zonas costeras. La paradoja es que los propios países afectados por la subida del nivel del mar, no cuentan con los recursos suficientes para hacer posible la mayoría de las soluciones globales estudiadas.
En un proyecto menos ambicioso, el gobierno de Maldivas y la empresa Dutch Doklands (especializada en proyectos y desarrollos al nivel del agua) firmaron un acuerdo para desarrollar instalaciones flotantes para las islas, una idea limitada en cuanto a sus alcances, pero al mismo tiempo, en la escala de lo posible.
- ¡Hola! estoy en Twitter :)
Hola.
ResponderBorrarTuvalu está en la misma situación. Es un grupo de pequeños atolones que forman un estado independiente en la Polinesia, con una altura máxima de cinco metros sobre el nivel del mar. Su gobierno lleva tiempo negociando con otros países la reubicación de toda su población (12.000 habitantes). Lo más probable es que acaben emigrando todos a Nueva Zelanda.
Un saludo.
Que tal, interesante información. He colocado un enlace a este reportaje pues he subido a mi blog una película llamada Tuvalu, que si bien no trata de estos temas, pero aproveché la ocasión de indicar el peligro al que estas islas estan expuestas. Saludos!
ResponderBorrar