Tarawa es un atolón remoto, perdido en el Océano Pacífico, durante años antes de la SGM, tan sólo una tranquila colonia británica, aunque sin demasiado valor estratégico. Tarawa suma unos 24 islotes hoy pertenecientes a la República de Kiribati, un paraíso perdido con lagunas azules, playas idílicas y palmeras. Pero entre tanta belleza, parecen desencajados los restos de la guerra, recuerdos de una batalla que dejó impunemente las evidencias de un infierno a cielo abierto.
Imagen Cold Press Publishing
Tanques de guerra semi sumergidos en la arena de la playa, cañones de defensa oxidados, búnkeres de hormigón, fortines en ruinas, escenografía de una de las más sangrientas batallas de la Segunda Guerra Mundial en el año 1943, que nadie se ocupó de desmontar. De hecho, la batalla de Tarawa fue uno de los pocos campos de enfrentamiento en el Pacífico que se mantuvo sin cambios durante cincuenta años.
Imágenes del año 2007 en military-collections
Hace poco tiempo, algunos nativos desenterraron un vehículo utilizado en el desembarco y encontraron los esqueletos de sus tripulantes, incluyendo las placas de identificación. En la isla, murieron unas 5.600 personas en sólo unas 76 horas, una cifra desmesurada para una porción de tierra perdida en medio de la nada. Lo que sorprende sobre todo de las cifras, es el número de víctimas para recuperar el minúsculo islote de Betio, en su estado arrasado tal como se ve en la imagen:
Los antecedentes de la batalla de Tarawa
La Batalla librada en Tarawa fue infernal, y entre las pioneras en la lucha norteamericana por tomar el control sobre el Pacífico. Tarawa, había sido tomada por los japoneses dos días después de el bombardeo de Pearl Harbour. Situada a 4020 kilómetros de Hawaii, conocidas por entonces como islas Gilbert, eran una estrecha porción de tierra que funcionaba para los japoneses como una primera muralla defensiva de su zona marítima custodiada.
Estados Unidos necesitaba desesperadamente tomar las Islas Marianas, y como paso previo, debía derrotar la guarnición japonesa asentada en el Atolón de Tarawa. Al haber estado bajo control británico, los norteamericanos contaban con datos sobre las instalaciones y formas defensivas en las islas, datos que posibilitaron diagramar la llamada Operación Galvanic.
La operación pretendía una maniobra rápida para tomar la isla de Betio, la mayor y más fortificada, establecer bases aéreas en el Pacífico y así reforzar el avance hacia Japón. Para ello, se utilizarían sobre todo los anfibios de asalto LVT-2, que transportarían las primeras oleadas de soldados norteamericanos tras un bombardeo. (la imagen de satélite está publicada en Earth Observatory).
A sabiendas del valor del atolón, los japoneses se encargaron de construir con miles de hombres instalaciones defensivas en la isla Betio, una especie de "fortaleza natural" de forma triangular. Entre las obras figuraban bases con cañones de defensa costera, búnkers de hormigón, trincheras que conectaban toda la isla y hasta 500 fortines. Sus fuerzas incluian una unidad de elite de marina japonesa integrada por 2.619 hombres, 14 tanques ligeros, a los que se sumaron como refuerzos 1.247 hombres, más 970 hombres del batallón de la Cuarta Flota, y 1.200 trabajadores forzados traídos de la ocupada Corea.
Imagen en Mundosgm
El propio vicealmirante japonés a cargo de la guarnición, consideraba a su organización defensiva como inexpugnable. Y los norteamericanos, a sabiendas de la organización defensiva japonesa, enviaron una fuerza invasora imponente:
"La fuerza de invasión estadounidense fue la mayor jamás reunida para una sola operación en el Pacífico, integrado por 17 portaaviones (6 CV, 5 CVL, 6 CVEs), 12 acorazados, 8 cruceros pesados y 4 cruceros ligeros, 66 destructores y 36 transportes. La fuerza embarcada era la 2ª División de Marines y una parte de la 27ª División de Infantería del ejército de los Estados Unidos, un total de alrededor de 35.000 soldados y marines." (fuente)
La cifra de soldados norteamericanos, multiplicaba por siete a las fuerzas defensivas japonesas, un número que puede parecer desorbitado para una isla de dimensiones insignificantes, que en partes apenas tenía unos cientos metros de ancho. El 20 de noviembre de 1943 se desata la batalla.
La batalla de Tarawa
El asalto sobre Tarawa resultó una caja de sorpresas: tras el bombardeos aéreo y naval, las mareas impedían los desembarcos, sumado al inconveniente de los arrecifes que estancaba a los marines a 460 metros de la costa. El primer desembarco fue un fracaso, con pérdidas de vidas elevadas y apenas algunos marines que tocaron tierra para quedar inmovilizados en la playa. Los intentos de desembarcar tanques también resultaron de una complejidad imprevista: la arena y las minas terminaron con muchos de ellos.
Imagen perteneciente al U.S Departament of Defense
Con todo, la ocupación norteamericana avanzaba lentamente ocupando partes de la isla y dividiendo el territorio bajo control japonés a lo largo de las horas. Al tercer día, los grupos japoneses estaban completamente divididos, pero resistían con contra ataques a las líneas de EE.UU. La tenacidad de los soldados japoneses, entrenados para luchar sin rendición hasta morir, extendieron la batalla en un conflicto que terminaría practicamente sin toma de prisioneros. En la mañana del 24 de noviembre, las banderas de USA y Gran Bretaña son izadas en la isla tras el cese del fuego. Del lado de los defensores de la isla, sólo sobrevivieron un oficial japonés, junto a 16 soldados y 129 de los prisioneros coreanos.
Del lado norteamericano, unos 1.000 marines murieron en la batalla, un daño considerable si recordamos la superioridad ofensiva. El precio era demasiado alto para un incidente que podría considerarse irrelevante en función del territorio ocupado: una porción de tierra insignificante perdida en el océano.
Fotografía en Mundosgm
El propio General Holland M. Smith consideraría a la ofensiva en Tarawa como totalmente innecesaria, un error estratégico militar con miles de víctimas evitables: "Podríamos haber neutralizado Tarawa desde nuestras bases en la Isla Baker, al este, y las islas Ellice y Phoenix, hacia el sureste." Al momento de hacer sus declaraciones, otros militares de alto rango que participaron en la ofensiva, salieron a manifestar su desacuerdo. El Almirante Sminth, por ejemplo, afirmó que la captura de Tarawa derribó la puerta de entrada a las defensas japonesas en el Pacífico Central, pero sobre todo, brindó una lección y una experiencia invalorable sobre el modo de actuar en los siguientes ataques.
El ataque, serviría para comprender mejor el método defensivo japonés y planificar los próximos asaltos a islas y atolones del Pacífico hasta llegar a la decisiva batalla en la isla de Iwo Jima.
Actualmente, Kiribati promociona la islas que fueron escenario de la batalla, como un destino turístico con un museo a cielo abierto de la Segunda Guerra Mundial. Incluso, se organizan tours para descubrir artefactos de guerra y reliquias en la zona de los arrecifes.
En un artículo del año 2007 publicado en Los Anteles Times, un veterano de guerra que retorna al atolón describe su impresón decepcionante sobre el estado de las islas: no sólo perduran los restos de la batalla, sino que también, muchas de las playas y zonas de las islas se han convertido en un basural con desechos de todo tipo.
- ¡Hola! estoy en Twitter :)
Hola.
ResponderBorrarEl general "Howling Mad" Smith tenía motivos para quejarse. Antes del desembarco ya había avisado repetidamente de los problemas con los que se iban a enfrentar los marines. El primero la prepotencia de los mandos de la Marina y su falta de experiencia en el apoyo a operaciones anfibias. La Marina era reacia a concentrar durante mucho tiempo a sus grandes unidades navales en un objetivo pequeño, y no quería hacer bombardeos de preparación que durasen más de unas pocas horas. Además el apoyo aéreo también dejaba mucho que desear. Los pilotos de los portaaviones de escolta no tenían entrenamiento en ataques a objetivos terrestres. A eso se le sumaron los errores en el desembarco. Se calculó mal el nivel de las mareas y la profundidad mínima del cinturón de arrecifes que bordeaba la costa de Betio. Las lanchas de desembarco convencionales se quedaron atascadas en los arrecifes, y había pocos vehículos de asalto anfibios para alcanzar las playas. Tenían que pasar los hombres, las armas y los suministros a los vehículos anfibios en medio de los arrecifes, o peor aún, los marines estaban obligados a llegar a la orilla a pie bajo el fuego enemigo.
Los estadounidenses aprendieron rápido de sus errores. En los desembarcos en las Marshall orientales los bombardeos navales de preparación a los desembarcos pasaron a durar días en lugar de horas. Cuando era posible se hacían desembarcos previos en islas vecinas al objetivo principal para dar desde allí apoyo artillero a las fuerzas de asalto. Si era necesario equipos de demolición submarina abrían pasos entre los arrecifes para las lanchas. Mejoró el entrenamiento de las tropas de desembarco, y aumentó el número y el armamento de los vehículos anfibios.
Un saludo.
Interesante la historia y el relato,
ResponderBorrarno lo conocía...muchas gracias!
Supongo que cuando has escrito "sumaro al invonveniente" querias decir "sumado al inconveniente".
ResponderBorrarMuy interesante el articulo. Un saludo.
Anónimo: así es, y eso que lo releo mínimo cinco veces antes de publicar, pero siempre se "cuela" algo. Corregido, gracias!
ResponderBorrarmuy interesante lo que agrega Nonsei arriba. gracias, muy interesante tu página. No hay duda que esto describe algo del "horror" de una guerra. Saludos
ResponderBorrarmuy interesante
ResponderBorrarInteresante historia, muy interesante, has jugado el juego de medalla de honor pacific assault? esta basado en este acontecimiento, y de verdad me lo imagino y me dan escalofrios, pero mis respetos para los marines.
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