09 noviembre 2007

Los adelantos científicos del nazismo: el más valioso botín de guerra.

En la anotación anterior, el arma que mató más gente en su fabricación que en uso, se insinuó en comentarios un pequeño debate acerca del posible dilema ético en la incorporación del científico nazi Wernhen Von Braun a las filas de la investigación y los adelantos científicos norteamericanos posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, la ocupación aliada de Alemania supuso una no tan desconocida sorpresa: los adelantos científicos y tecnológicos del nazismo significaban paradójicamente un paso adelante para la humanidad, muy bien explicados por el General norteamericano Hugh Knerr, quien poco después de la ocupación declaraba : "Si desperdiciamos la oportunidad de aprovechar el aparato y los cerebros que elaboraron los programas del aparato nazi, y no actuamos de inmediato para volver a ponerlo a funcionar, vamos a permanecer varios años atrasados mientras intentamos descubrir en un campo ya explotado e investigado."


La incorporación de Von Braun y de otros cientos de científicos funcionales al Nazismo, se produjo dentro del ultrasecreto programa Paperclip. La operación Paperclip fue orquestada por la Inteligencia Norteamericana en Alemania para reclutar en secreto un grupo de destacados científicos alemanes con un altísimo grado de conocimientos en áreas claves como el desarrollo de armamentos o la medicina. La operación no sólo incluyó el traslado en secreto al territorio norteamericano de los científicos y sus familias, sino además, la provisión de documentación y facilidades. La "caza de científicos" fue una dura competencia entre soviéticos y norteamericanos por quedarse con el mejor botín en conocimientos y equipos humanos. De hecho, Von Braun era uno de los cerebros más cotizados, a tal punto que al momento de entregarse a tropas norteamericanas, los soviéticos instalaron un sistema de altavoces para difundir una desesperada oferta a Von Braun que incluía 500,000 marcos. La historia nos devela el desinterés de Von Braun por la oferta, ya que decide contactar y negociar con los americanos.

Los posteriores trabajos de Von Braun, lo convertirían en el responsable del primer cohete en alcanzar técnicamente el espacio exterior, en 1949, recibiendo por tal logro una condecoración por parte del presidente Eisenhower. Poco después , Von Braun se convierte en Director del Centro de Vuelos Espaciales Marshall de la NASA dando un impulso fundamental al programa que llevó finalmente al hombre a la Luna. Pero Von Braun no sería la única pieza científica Nazi preciada por la Inteligencia americana. El programa de asilo científico también incluiría entre otros a:

Arthur Rudolph. Luego de dirigir un centro de operaciones Nazi en Nordhausen con más de 20.000 esclavos como mano de obra, pasaría a dirigir en norteamérica el equipo que construyó el cohete Saturno V.

Hubertus Strughold. Es actualmente considerado el padre de la medicina espacial, pero sabido que en su época de investigación en los programas del Nazismo en Dachau y Auschwitz, sus subordinados esperimentaron con humanos congelados en cámaras de presión, muchos de ellos muriendo durante el proceso.

En el caso soviético, el botín de guerra no fue menor: además del capital científico, en mayo de 1945 allanaron el Kaiser Wilhelm Institute en las afueras de Berlín para quedarse entre otros adelantos, con el núcleo de lo que se convertiría en el gran arsenal nuclear soviético.

Lo cierto, es que el valor del conocimiento en los botines que dejó la Segunda Guerra Mundial, alcanzó a superar muchos de los cuestionamientos éticos que pueden plantearse por el pasado de los involucrados. Así lo decidieron los gobiernos de países vencedores.

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