En el territorio de lo que hoy es Panamá, existe una comunidad amerindia asentada desde hace unos cuatro siglos, que extendió su leyenda a miles de kilómetros como la raza de los “indios blancos”. Se trata de una de las comunidades con una de las tasas de albinismo más elevadas del planeta, una condición que además, ha resultado una bendición para los llamados “hijos de la Luna”.
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Se les conoce como la etnia y comunidad Kuna, que en su lengua, se autodenominan como dule o tule. Los Kuna, descendientes de los pueblos chibcha de la costa norte de la actual Colombia, probablemente migraron huyendo de los malos tratos en tiempos de conquistas de parte de los recién llegados españoles.
Los kunas, llegaron incluso a aliarse con piratas y expedicionarios ingleses para atacar a los españoles, recibiendo como respuesta más ataques que llevaron a desplazarlos hasta su lugar actual, donde han sobrevivido y resistido preservando su cultura. Actualmente, habitan el noreste de Panamá en una zona de costa, islas y arrecifes, sumando unos 60.000 habitante organizados en varias comarcas con cierto grado de autonomía dentro del territorio panameño.
Con una economía basada en la agricultura, la pesca, caza y el comercio, los Kuna llevan una vida sencilla en un paisaje agreste que se asemeja a nuestra idea de paraíso natural. Mientras en su mayoría viven en comunidades isleñas, se desplazan a tierra firme para trabajar sus cultivos trasladándose en cayucos.
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Lo que resultó un dato que no pasó desapercibido por parte de aventureros y expedicionarios, fue la mitología extendida sobre la “raza de los indios blancos”, una leyenda que atravesó fronteras incluso siglos después del descubrimiento de América. Lo de “indios blancos” hace referencia a una alta incidencia de albinismo entre la comunidad de los kuna, una tasa que alcanza un promedio de un caso cada 165 pobladores. De hecho, se ha registrado una de las mayores incidencia de casos de albinismo en el mundo, una estadística que se cree, es consecuencia de la masacre provocada por los conquistadores españoles en el siglo XVI.
Mientras que antes de la llegada del europeo a América, la población de los Kuna ascendía a 750.000 personas, el número tras la devastación causada por enfermedades y ataques se reduce hasta las 5.000 personas. En tiempos de guerra, los albinos se quedaban siempre a resguardo de la luz solar abrasadora en zonas tropicales, por lo que tuvieron una mayor tasa de supervivencia a la debacle poblacional. Pero sobre todo, los albinos de la comunidad Kuna siempre recibieron un trato especial.
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El trato del albinismo en la comunidad amerindia panameña dista en mucho de los casos de prejuicios sociales y supersticiones acerca del albinismo en otras regiones del planeta, como sucede en algunas zonas de África y el tabú de los negros blancos. En la mitología de los kuna, el albinismo ocupa un lugar especial, siendo considerados una raza de personas con cualidades para defender a su pueblo de amenazas.
Los kuna, asignan a los albinos poderes especiales, un grupo al que suelen referirse como los “hijos de la Luna”, y que son venerados como enviados por sus dioses para enseñar a los humanos en la Tierra. En una de las tradiciones de los kuna, los niños albinos asumen el poder de disparar con flechas a la Luna en días de eclipse, para que puedan descubrir nuevamente al sol. Incluso, los propios albinos de la aldea se asumen como seres con poderes curativos, o se convierten en líderes comunitarios, curanderos, chamanes o piezas fundamentales en el comercio con el mundo.
De hecho, el jefe del Congreso General de los Kuna es un albino, que además inspira el respeto por su trabajo a favor de la preservación de la cultura y las tradiciones autóctonas. Evidentemente, el albinismo entre los Kuna puede ser tomado como una bendición.
Sin embargo, algunos antropólogos afirman que la situación no era tan parecida hace un siglo, cuando algunos padres incluso llegaron a matar a un bebé albino recién nacido en una forma de discriminación, aunque los casos serían aislados. También, en la actualidad, el mito de los poderes especiales de los albinos parece decaer con la llegada de costumbres ajenas a la comunidad, provenientes de los crecientes lazos con la cultura occidentalizada.
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Los habitantes de Innsmouth se quedan cortos a su lado.
ResponderBorrarLlegaron incluso "a liarse", se daban besitos?
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