Año 1864. Un meteorito cae en varios pedazos cerca de la ciudad francesa de Orgueil. Muchas de las piezas desintegradas fueron encontradas, y los restos examinados por expertos, con resultados un tanto intrigantes: la textura coincidía con el de las condritas carbonáceas, uno de los meteoritos más infrecuentes, con apenas un centenar de impactos registrados en el planeta. La textura era tan frágil, que se podría cortar con cualquier herramienta apenas filosa, como si se tratara de un fósil vegetal.
Imagen de cianobacterias en el meteorito de Orgueil.
La importancia de las condritas carbonáceas reside en su origen: provienen de cuerpos celestes que divagan por el espacio desde el origen del sistema solar. Pero sobre todo su aspecto, es capaz de despertar polémicas y debates por su apariencia orgánica. El científico francés S. Cloëz realizó los análisis sin descartar la posible existencia de sustancias orgánicas en los cuerpos celestes, y sobre todo, sin dejar claro si se trataba de restos biológicos. El análisis del meteorito de Orgueil alimentaba las teorías sobre el origen de la vida en nuestro planeta por generación espontánea. Muchos científicos encontraron el sustento perfecto para la hipótesis de la la llegada de cianobacterias o microbios fotosintéticos transportados por meteoritos.
Las cianobacterias se encuentran entre los rastros de vida fósil más antiguos sobre la tierra. Las cianobacterias constituyen uno de los restos fósiles mas antiguos, y existen registros inequívocos de residuos moleculares fósiles de cianobacterias de 2700 millones de años de antigüedad.
Pero éste no era el caso del meteorito de Orgueil. Louis Pasteur, quien se encargó a su vez de arrasar con la teoria de generación espontánea, pudo demostrar que la hipótesis sobre el meteorito era falsa.
Pasteur derroca la hipótesis de la generación espontánea con un experimento clásico pero indiscutible, que permite si a partir de materia orgánica proveniente del meteorito se podría generar vida. Por lo tanto, a partir de este experimento se hacen dos deducciones: no había microorganismos vivos en la muestra, y que los organismos no se originan a partir de materia orgánica en descomposición o a partir de materia muerta.
En particular, en el experimento sobre el meteorito de Orgueil, Pasteur utilizó un taladro para extraer las supuestas bacterias del meteorito sin contaminantes externos, e intentó cultivarlas sin ningún resultado. Sin embargo, la teoría del surgimiento de vida a partir del “transporte espacial” se resiste a morir. Los adeptos actuales se suceden, bajo el riesgo de ser muchas veces ridiculizados.
Entre las sucesivas polémicas, un incidende sucedió en el año 1962. Entonces, un equipo de investigadores insiste en examinar los fragmentos del meteorito de Orgueil sellados durante casi un siglo en la vitrina de un museo en Montauban. En los resultados, la sorpresa sería mayúscula: se detectaron granos de arena y una descolocada semilla incrustada como si estuviera encapsulada. Al poco tiempo, se demostró que esa “extraña materia” había sido pegada al fragmento del meteorito y camuflada casi un siglo atrás. Aunque desconoceremos por siempre al autor de la broma, se cree que el objetivo era influir de algún modo en el debate desatado en el siglo XIX acerca de la generación espontánea. La broma tuvo larga vida, y se tomó mucho más tiempo que la propia teoría.
El Meteorito de Orgueil, es gracias a su composición, una de las visitas extraterrestres más controvertidas y estudiadas. Continúa generando debates sobre el origen extraterrestre de la vida que despiertan mayormente escepticismo. Incluso, en caso de confirmarse la existencia de “microfósiles” extraterrestres viajando a bordo de meteoritos, los escépticos artumentan que será difícil probar que las pruebas analizadas no tienen ningún tipo de contaminación terrestre.
La polémica por supuesto, no estará cerrada por largo tiempo. Los casos de hallazgos de materiales orgánicos en meteoritos que alimentan las hipótesis sobre el origen estraterrestre de la vida en nuestro planeta se suceden. Uno de los últimos estudios se dió a conocer en base a los análisis del meteorito de Murchison, caído en Australia en 1969. En él, según lo anunciado, se encontraron compuestos orgánicos que podrían preceder a su aterrizaje en la Tierra. Incluso, los investigadores encuentran coincidencia entre el tiempo estimado del origen de la vida en nuestro planeta, y los bombardeos frecuentes de meteoritos, hace unos 3,8 mil millones de años. Lo que nadie puede aún descartar, es si los materiales hallados son el resultado de contaminación terrestre.
Fuentes de consulta sobre artículos sobre el Meteorito de Orgueil en ScienceMag
Para la redacción y el contenido del artículo, también he contado con la colaboración y asesoramiento de la futura Licenciada en Ciencias Biológicas Victoria Kuhn (¡Gracias!)
La panespermia es una hipótesis que, difícilmente, puede rechazarse y, además, tampoco es imposible.
ResponderBorrarSin embargo, no termino de entender qué interés tiene. Si, efectivamente, la vida vino en un meteorito, nos llevamos el problema del origen de la vida a otro sitio, pero el problema sigue existiendo, seguimos sin saber cuál es el origen de la vida y, además, tenemos un problema añadido, no sabemos las condiciones del entorno donde se formó (aunque juraría que no eran muy diferentes de las de la tierra cuando la vida apareció en ella).
La verdad, siempre me ha parecido una hipótesis inútil.
Por cierto, olvidé decir que la panespermía no tiene nada que ver con la generación espontánea, en realidad son hipótesis casi completamente opuestas.
ResponderBorrares muy cierto, pero como simulo la caida del meteorito, (el impacto pudo haber sido con un explosivo, pero la ciada), a menos que halla sido encontrado y pasado por meteorito
ResponderBorrarTal vez no era una broma. Tal vez alguien esperaba que esa semilla brotara para demostrar "algo"
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