Desde la “República de la Gran Vuldstein” en 1977, hasta la no reconocida República de Molossia actual, un enclave en el estado de Nevada, Estados Unidos, han pasado muchos años de aventura.
Imagen en Telegraph.co.uk
James Spielman fue el primer rey declarado de un reino que en sus comienzos tenía realeza pero no tenía tierras. El territorio de la actual Molossia llegaría algo más tarde, al igual que los aires de dictador de uno de sus mentores, que redacta las normas de su territorio a su antojo, amparado en un uniforme de fantasía, y todo dentro del territorio del propio Tío Sam.
Molossia es una micronación que tiene su propia constitución, emite su dinero (el “valora”), tiene una página web con tienda online, realiza simulacros de guerra y hasta despliega un risueño programa espacial, con algunos cohetes de juguete conectados con cámaras. Si de algo vale, tiene también su entrada en Wikipedia.
Molossia podría definirse como el resultado de un hobbie megalómano llevado al extremo. La micronación fue fundada por Kevin Baugh y Spielman cerca de Dayton, nacida de la conjunción de ambiciones infantiles con formas de adulto. En 1999 se da a conocer al mundo como República de la mano de su auto elegido presidente Baugh.
La República de Molossia se declara un estado soberano, con una estructura de gobierno que imita a la de un estado y una “política de defensa” capaz de resistir la potencial amenaza de su “vecino” americano.
Su patrimonio alcanza a una casa de Gobierno (la casa de Baugh), un patio, y algunas otras propiedades en el sur de California y Pennsylvania que no suman más de 6 hectáreas. Molossia tiene un terreno declarado como monumento nacional. Sus territorios reclamados se extienden a otros planetas y zonas océanicas: Molossia reclama 130.000 kilómetros cuadrados en el planeta Venus y una fosa en el Pacífico Norte.
La principal aspiración de Molossia es ser reconocido como una nación-estado soberano en medio de los Estados Unidos de América. Su gobierno, promueve tratados con otras micronaciones del planeta para afianzar una liga de Naciones Pequeñas. El propio Kevin Baugh, recibe algunos pocos turistas curiosos en su enclave, vestido con su riguroso uniforme militar. Sus ambiciones no comenzaron como algo serio, pero sin dudas, han llegado bien lejos.
no se que pensar, quizá que se les va un poco la cabeza?? super interesante el artículo. Gracias por dar a conocer cosas casi desconocidas.
ResponderBorrarUn saludo
PD: que se dedique a otra cosa mas provechosa xD