Entre las historias de tragedias aéreas que no fueron, conocimos al Boeing 747 que sobrevivió al volcán. La siguiente, es la historia del vuelo 236 de Air Transat, el Airbus A330 que se convirtió en un gigantesco planeador durante casi 20 minutos, cuando una fuga de combustible dejó paralizados todos los motores en pleno vuelo.
El vuelo 236 de Air Tansat, partió el 24 de agosto de 2001 desde Toronto, con rumbo a Lisboa. El viaje era completamente normal, hasta que el piloto visualizó en los sensores un descenso acelerado del nivel de combustible. En principio, pensó que se trataba de un error de los sistemas de control, pero desafortunadamente, el fallo era menos leve: luego de observar como continuaba descendiendo el nivel, decidieron equilibrar la falta de combustible de un motor, activando la válvula de compensación. La decisión, sin disponer de información certera, terminó acelerando la fuga, y en poco tiempo, los motores dejaron de funcionar por completo.
El gigantesco Airbus, con 306 personas a bordo incluyendo la tripulación, se había convertido en un gigantesco planeador, iniciando el planeo no deseado más largo de la historia efectuado por un jet comercial. A lo largo de 19 minutos desde que se apagó el último motor, los pilotos lograron maniobrar el avión y aterrizar sin pérdidas de vidas, en un aeropuerto militar en las islas Azores. El Airbus A330 consiguió planear gracias a su eficaz diseño, y al suministro de energía por parte de una hélice-dinamo, que activada automáticamente, permite el funcionamiento mínimo de los sistemas electrónicos de control de la aeronave. El principal problema de aterrizar sin motores es no disponer de los mecanismos de freno, incluyendo el sistema de reversa en motores. El dramático aterrizaje dejó heridos leves, y ocho ruedas reventadas en pista, de un total de diez, un saldo afortunado si consideramos la situación.
Tras la investigación del incidente, se conoció la causa de la fuga: por un fallo de mantenimiento, al cambiar un motor del avión con piezas incompatibles, se terminó dañando en vuelo un tubo de combustible. La fuga resultó agravada por la decisión de los pilotos de activar la válvula de compensación, cuando el procedimiento correcto hubiese sido apagar el motor afectado, y realizar el aterrizaje con uno de los motores en funcionamiento. El Airbus A330, está preparado para realizar aterrizajes con un motor, pero por entonces no contaban con un sensor para detectar las fugas. Los pilotos, equivocadamente, aplicaron soluciones a la hipótesis de un fallo de compensación, desconociendo la causa real del problema. La empresa Air Transar finalmente fue multada por el mantenimiento inadecuado de la aeronave. Afortunadamente, el fallo dejó margen para una historia de mal vuelo, con buen final.
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